Entre la natalidad y la autonomía femenina
Una educación que libera mentes y cuerpos: las mujeres estudian, de media, 10 años dentro del sistema educativo; los hombres solo 9
El acceso a la educación para las mujeres en Colombia comenzó con un proyecto de ley presentado en 1934 ante el Congreso de la República. Ese mismo año, se formalizó la posibilidad de asistir a universidades en igualdad de condiciones que los hombres, lo que transformó profundamente la estructura social y económica del país. Este hito histórico permitió a las mujeres romper barreras y acceder a profesiones tradicionalmente dominadas por hombres, impulsando así un cambio en los roles de género y promoviendo una mayor equidad.
Con el tiempo, la presencia femenina en las aulas fomentó una participación más activa de las mujeres en el ámbito laboral y político, contribuyendo al crecimiento económico y al fortalecimiento de los derechos civiles. Además, el acceso a la educación impactó la toma de decisiones reproductivas; las mujeres con un mayor nivel educativo comenzaron a retrasar la maternidad y a participar activamente en la planificación familiar, lo que incidió en la reducción de la tasa de natalidad en el país.
La doctora Ariza menciona que la educación es uno de los “factores que aumentan la esperanza de vida”. Gracias a esto, las mujeres pueden desarrollar sus planes de vida de acuerdo con sus aspiraciones laborales a través de la educación. Los datos reflejan una tendencia positiva, mostrando un aumento en el promedio anual de educación femenina y una disminución en la tasa de analfabetismo en los últimos 60 años.
La gráfica del año promedio de estudio de las mujeres, muestra el incremento en el promedio de años de educación alcanzados por las mujeres a lo largo de las últimas décadas, destacando la tendencia positiva que se ha observado desde la implementación de políticas de apertura educativa. Por otro lado, la gráfica sobre la comparación entre la tasa de natalidad y la el índice de madres profesionales y bachilleres, representa la disminución de la tasa de natalidad en el país, evidenciando cómo las mujeres con un mayor nivel educativo tienden a retrasar la maternidad y participar activamente en la planificación familiar.
Ambas gráficas, que ilustran la relación entre el nivel educativo y la tasa de natalidad en el país, reflejan un avance enfocado a la equidad y empoderamiento de las mujeres en la sociedad.
Es importante resaltar que, parte de los datos obtenidos por De La Urbe a través de consultas digitales y derechos de petición, muestran cifras sobre las tasas de analfabetismo en mujeres y su promedio de educación anual, pero solo a partir de datos posteriores a 2007. El acceso a información anterior a ese año es diverso y poco específico, a pesar de que la ley de apertura educacional se implementó hace 90 años. Además, el registro y la recolección estadística sobre el nivel de alfabetización femenina han estado rezagados por parte del gobierno nacional y sus ministerios.
Según una investigación de María Elvia Domínguez, psicóloga de la Universidad Nacional, en 1964 la tasa de alfabetización de las mujeres en Colombia era del 53%. Sin embargo, durante gran parte del siglo XX, la educación femenina se enfocó en el mantenimiento del hogar, limitando los proyectos de vida de las mujeres. Esto implicó un retroceso en el desarrollo de oportunidades para la población femenina del país.
Conforme avanzó el tiempo se aprobaron más leyes igualitarias, permitiendo una evolución hacia un sistema educativo más inclusivo e igualitario. En la actualidad la educación ha dejado de ser una herramienta de reproducción de roles tradicionales. Ahora se comienza a promover el enfoque de género, logrando una mayor equidad en la alfabetización y creando oportunidades de desarrollo personal para todas las personas.
Según Sara Fernandez, profesora y trabajadora social de la Universidad de Antioquia, existe una política de Estado predominantemente machista en la región, que limita la capacidad de las mujeres para decidir sobre sus propios cuerpos y ha llevado al arrebato de muchos de sus derechos. “Además, Colombia es uno de los países con más altas tasas de embarazo en menores de edad, y sigue subiendo. Eso es reflejo de un programa deficiente de formación y educación para la salud”, afirma la profesora.
Con la ayuda de la educación, la autonomía femenina se consolidó también gracias a los procesos industriales que tuvieron lugar en el mundo durante el siglo XX. En el caso de Colombia, Eryka Yuvelyre, socióloga y doctora en geografía, afirma que la industrialización de los centros urbanos y la migración de las áreas rurales a las ciudades brindaron a las mujeres nuevas oportunidades laborales. Estas nuevas ocupaciones ofrecían condiciones de vida que variaba significativamente en comparación con las del campo, donde las mujeres representaban la mayoría de la población en Colombia.
Según comenta Yuvelyre, entre 1920 y 1950 la migración de las áreas rurales a las urbanas en Colombia implicaba que la sociedad requería una mayor mano de obra y la diversificación de las actividades productivas (más allá de las tareas domésticas) para promover el crecimiento y la evolución de las ciudades que hoy conocemos.
Yuvelyre sostiene que "a mayor nivel de industrialización, disminuye la cantidad de nacimientos por mujer. Ya no podían criar 5 o 6 hijos como hacían antes, cuando bajo un modelo de economía agraria, era posible". El crecimiento económico trajo consigo nuevas prioridades en la vida de las mujeres, como el trabajo y el desarrollo de un proyecto de vida propio, lo cual influyó significativamente en la reducción de la natalidad.